“¡Señor, dame un corazón de niño para creer; un corazón de madre para amar; un corazón de hombre para actuar!” P.Kentenich
El Señor ha resucitado, es un misterio de entrega y un regalo de amor, el que murio por nosotros habitara por siempre entre nosotros!
Sí, la resurrección necesita testigos, porque Cristo no decidió aparecerse a todos, sino sólo a unos pocos, que, con su vida, fueran testimonio creíble de ese amor que lo traspasa todo. Se ha abierto el muro, brota la vida.